ASPECTOS MASONICOS EN SU VIDA
Por el Dr. Antonio LAS HERAS
En una de sus novelas Agata
Christie hace decir a su distinguido detective Hercules Poirot:
“A la gente hay que dejarla
hablar, porque – finalmente – siempre terminan diciendo la verdad”.
Esto es válido para la siguiente
afirmación expresada en el seno de un reciente encuentro internacional de
psicoanalistas:
“Otro colega hace un paralelo
entre la masonería y el comité secreto de la Internacional Psychoanalitical
Association…” (1)
JUNG Y LA ORDEN MASONICA
Carl Gustav Jung (1875/1961,
creador de la Psicología Analítica ) fue hermano masón y alcanzó el grado de
maestro. Tal pertenencia a la Masonería Universal (sobre la que poca
documentación histórica hay al alcance del mundo profano) ayuda – cual
verdadero hilo de Ariadna – a entender algunos de los reales motivos –
usualmente ocultos – de algunas de sus conductas y actitudes que todavía siguen
siendo motivo de investigación y análisis para conseguir entender cabalmente
uno de los momentos constitutivos y más apasionantes de la historia de la
psicología del siglo XX. A nuestro juicio jamás podrá comprenderse cabalmente
lo ocurrido sin atender al hecho de su pertenencia a la orden masónica, lo
realizado en ella y como mucho de lo aprendido en el campo iniciático fue
volcado tanto en su vida así como en sus obras.
Es correcto que resulta muy
difícil constatar en forma directa lo que aquí enunciamos. Ante todo, tengamos
en cuenta que si bien algún material documental hubo, en su mayoría se perdió,
fue destruido accidental o intencionalmente o todavía está guardado siguiendo
ancestrales procedimientos.
Hoy, la Masonería se define como
“discreta”; pero tiempo hubo en que necesitó ser “secreta” como cuando fue
perseguida – por el fascismo, el nazismo y el franquismo – y sus miembros (y
familiares) asesinados, torturados o, en el mejor de los casos, encarcelados en
condiciones lacerantes.
De la relación de C. G. Jung con
la Masonería, el dato más frecuente que puede hallarse es respecto de su abuelo
– Carl Jung, médico cirujano de la Universidad de Basilea – quien fuera Gran
Maestre en Suiza.
Como para cualquier investigador
avezado son innegables las múltiples huellas masónicas e iniciáticas que se
encuentran en la vida y obra de este notable hombre, hay los que concluyen
afirmando que se deben a “influencias” de su abuelo. Es decir, que su abuelo
paterno le habría transmitido en conversaciones y lecturas dichos saberes y
conocimientos. Lo que a nuestro parecer es altamente improbable.
Pero, aún así, cuando las pruebas
concretas no están al alcance de todos, igualmente es posible investigar a
través de indicios y datos que surgen de hechos que, a ojos profanos, han de
pasar inadvertidos.
LABRAR LA PIEDRA BRUTA
Labrar la piedra bruta es una
manera simbólica de manifestar el deseo que todo buen masón tiene,
permanentemente, por desarrollar su espíritu e intelecto, convertirse cada día
en mejor persona. La imagen, utilizada actualmente en las logias, está tomada
de los masones operativos, aquellos que trabajaban en las canteras y construían
catedrales. Pero, sin dudas, procede de mucho antes porque, en verdad, es una
idea funcional a la Alquimia: a medida que se hace la obra externa va
aconteciendo la Obra interna. (2)
Estas consideraciones previas las
hacemos para que resulte comprensible por qué pulir piedras que arrojaba el
lago próximo a su residencia fue algo tan esencial y permanente en la vida de
Carl G. Jung. Es más, al igual que aquellos originarios masones operativos, el
sabio suizo construyó – en buena parte con sus propias manos – la Torre de
Bollinghem; una edificación sin electricidad, ni gas, ni agua corriente que
utilizaba para aislarse a veces por semanas, a veces por meses.
El estilo de la torre – erigida
exclusivamente en piedra tallada manualmente – así como los símbolos grabados
personalmente por Jung nos remiten directamente a un profundo conocimiento
masónico.
Su capacidad para esculpir y
tallar la roca no disminuyó con el paso de su vida. A los 75 años manejaba muy
bien los materiales y la piedra.
Cuenta su discípula Marie-Louise
von Franz:
“… me decía el hijo de un
picapedrero de la comarca: ´Los albañiles no saben ya trabajar con piedra
natural; pero el viejo Jung, allá abajo, junto al lago, sí que sabía aún como
se maneja bien la piedra´”.
Von Franz, que trabajó al lado
del sabio suizo, comprendió enseguida las dificultades que éste tenía para
transmitir sus conocimientos. Advirtió que había un lenguaje “secreto” en
muchos de sus trabajos. Ella entiende que “cuando descubrió a los antiguos
alquimistas halló finalmente una forma con la que expresar y comunicar sus
vivencias y convicciones más personales conectándose con una tradición
histórica” (3). Desde nuestra óptica – y como se verá al final del artículo no
somos únicos al pensar de este modo – el lenguaje junguiano es, esencialmente,
esotérico e iniciático, por lo que en el mismo se encuentran claves alquímicas
– es verdad – pero en ningún modo ajenas a las habituales del universo masónico.
EL CIRCULO ERANOS
De acuerdo a nuestras
investigaciones – cuyas fuentes mantendremos en el anonimato pues así nos lo
han requerido – el sabio suizo alcanzó el grado de Venerable Maestro; es decir
llegó a la presidencia de una logia sobre cuyo nombre – también – mantendremos
silencio.
Lo aprendido en esta tarea le
permitió convertir a un encuentro anual, organizado y financiado por una
holandesa, en una organización paramasónica dedicada a tratar aquellos asuntos
que desde siempre interesaron a la Orden. Se trató del Círculo Eranos. Creado
en 1932 y que siguió reuniéndose hasta 1988, casi tres décadas después de
fallecido C. G. Jung.
Cada año, Eranos procuraba reunir
destacados representantes de diversas culturas y disciplinas para ocuparse de
un tema en especial. Las cuestiones que fueron tratadas en aquellos años
realmente asombran; pues son los asuntos que hoy, ya en el Siglo XXI, siguen
requiriendo respuestas. Investigar hacia qué dirección apunta la evolución
humana, qué contexto le es propio al hombre, los condicionantes de la cultura o
los procesos para una Europa unificada.
Los trabajos expuestos en cada
ocasión fueron reunidos en la publicación Eranos Jahrbücher, cuya lectura
muestra las nada comunes formulaciones y los todavía menos comunes tratamientos
de dichos temas, que apuntaban al esclarecimiento de los modos de ser, de
pensar y de sentir.
Para entender mejor qué era el
Círculo Eranos y cuál la tarea desempeñada allí por C. G. Jung, transcribimos a
Mircea Eliade:
“Este verano en Azcona se ha
hablado mucho de Job y Yahvé; el último libro de Jung se llama, en efecto,
Respuesta a Job. Como todos los años desde 1932, el profesor Jung ha pasado la
segunda quincena de agosto en Ascona, a orillas del Lago Mayor, para asistir a
las conferencias organizadas por el círculo Eranos. Algún día tendrá que
escribirse la historia de este círculo tan difícil de definir. Fue Rudolf Otto
quien le dio nombre: en griego, eranos significa «comida frugal donde cada uno
aporta su parte». Eranos es la creación del entusiasmo, de la voluntad y de la
perseverancia de la Sra. Olga Fröbe-Kapteyn, holandesa educada en Inglaterra
pero establecida en Ascona desde hace treinta años. Interesada por el
simbolismo, apasionada por las investigaciones de Jung, la Sra. Olga Fröbe-Kapteyn
se ha propuesto invitar todos los años a un cierto número de sabios para
discutir un tema común desde la perspectiva de la especialidad de cada uno de
ellos. Así, se han tratado temas tan diferentes como El Hombre y la Máscara ,
la Gran Diosa , la Meditación en Oriente y Occidente, el Tiempo, el Yoga, los
Ritos, etc. La intención de Eranos consiste en considerar el simbolismo desde
todos los ángulos posibles: psicología, historia de las religiones, teología,
matemática e incluso biología. Sin dirigirlo directamente, Jung es el spirítus
rector de este círculo al que ha comunicado sus primeras investigaciones sobre
la alquimia, el proceso de individuación y, recientemente (1951), sus hipótesis
concernientes a la sincronicidad. Un editor con coraje y clarividencia, el Dr.
Brody, se ha encargado de publicar los textos de estas conferencias. Hoy en día
los veinte volúmenes de Eranos-Jahrbücher constituyen con sus ocho mil páginas
una de las mejores colecciones científicas referidas al estudio de los simbolismos.”
(4)
Otra visión de lo que fue el
Círculo Eranos la tenemos en los siguientes párrafos:
“La inmensa cultura de Jung, la
amplitud de su mirada capaz de abarcar gran parte de la historia de la
Humanidad , no sólo de Occidente sino también de Oriente, procedió de sus
propios estudios, de sus viajes, pero también del encuentro anual, desde 1933 hasta
su muerte en el lago de Ascona, con los mejores estudiosos de las más diversas
tradiciones espirituales. Si bien Jung era el espíritu rector del grupo Eranos,
cuya historia está aún por descubrir pero de la que ya están apareciendo
monografías (así, por ejemplo: Steven M. Wasserstrom, Religion after Religion.
Gershom Scholem, Mircea Eliade and Henry Corbin at Eranos, Princeton University
Press 1999, para citar la última), tampoco hay duda de lo enriquecedores que
debían resultar las conversaciones con un iranólogo como Corbin, un historiador
de las religiones como Eliade o un estudioso de la mística judía como Scholem.
En ambientes como el de Eranos se conservó y preservó una tradición espiritual
tremendamente amenazada por un materialismo creciente en el mundo del entorno y
por un nihilismo hueco. Su absoluta certeza de la grandeza del alma humana, en
la que está impresa la imagen de Dios, convirtió a Carl Gustav Jung en ese
puente que une las antiguas tradiciones con un futuro que no podrá seguir renunciando
al hombre como un ser íntegro y total”. (5)
La interrelación entre la
descripción de la Psicología Junguiana y la simbología masónica, ya ha sido
advertida por el masón Juan Goldwaser de la Respetable Logia Simbólica La
Fraternidad N º 63 de Tel Aviv (Israel) quien en su trabajo “Masonería y
Psicología” señala:
“La Logia de los Compañeros se
sitúa en sentido figurado y según Jung, en la cámara central del Templo del Rey
Salomón que representa el alma, con muchas características del inconsciente personal
y ese trabajo en el Segundo Grado entraña un serio trabajo psicológico.
Continuando con la terminología de Jung, la logia del Maestro Masón representa
un modo general al inconsciente colectivo. Esta logia se encontrara “en la
puerta de acceso hacia el sancta sanctorum”, la parte de la psique que esta en
íntimo contacto con el cuerpo. Glosemos a Jung afirmando que el trabajo en los
planos superiores de esa estructura psicológica, puede abrir la conciencia del
individuo para considerar la omnipresencia de la divinidad. El ritual, pleno de
positivos conceptos intelectuales, es un verdadero desafío para que los mismos
se experimenten en la realidad del mundo profano e integren la conciencia de
aquel que busque el real significado de ser
masón”.
CONVERSACIONES EN LENGUAJE MASONICO
Ciertos dichos de Jung, que
resultan entre sorprendentes e incomprensibles para los profanos, son diáfanos
por alguien avanzado en el campo iniciático. Así el escritor Colin Wilson (6)
explica que no puede entender la repuesta dada por el sabio suizo a Charles
Lindbergh y al Gral. Spaazt (de la fuerza aérea norteamericana) mientras
discutían sobre la naturaleza de los ovnis:
“Hay una gran cantidad de cosas
que están sucediendo en la tierra, sobre las cuales Ud. y el Gral. Spaatz no
tienen idea”.
Antes de seguir, conviene
recordar que un antiguo documento masónico, de entre los que todavía se
conservan (Edimburgo, 1638) afirma:
“Pues lo que prevemos no es
evidente, ya que somos hermanos de la Rosa Cruz ; tenemos la Palabra del Masón,
y la clarividencia, lo que va a pasar podemos predecir correctamente”.
Ahora aclaremos lo que Colin
Wilson ignoraba. El diálogo entre Jung, Spaazt y Lindbergh no puede entenderse
si, primero, no conocemos que el mismo está sucediendo entre tres
destacadísimos masones que hicieron historia con sus vidas quedando inscriptos
en las páginas recientes de la Historia del Siglo XX: C. G. Jung, Charles
Lindbergh y Carl Spaatz.
Lindbergh fue el aviador
solitario que cruzó el Atlántico, en una proeza que llevó a la tumba a sus
antecesores. Un hombre controvertido e influyente en la política de su tiempo.
De acuerdo a la información oficial proporcionada por el Departamento de
Defensa de los Estados Unidos, Carl Spaatz fue promovido a general el 11 de marzo
de 1945. En julio asume el comando de la U. S. Air Forces in the Pacific, con
sede en Guam. Luego, es el supervisor de los aspectos estratégicos finales para
el bombardeo a Japón con los B 29, incluyendo las dos misiones atómicas de
Hiroshima y Nagasaki.
Queda en claro que el sabio suizo
estaba hablando con dos hombres muy especiales. Y lo hacía en el protegido
lenguaje de los iniciados.
FREUD / JUNG, ¿RAZONES MASONICAS PARA UN
ALEJAMIENTO?
Es bien conocido que tras los
años (1908/1913) de intenso y fecundo trabajo en conjunto (hubo tiempos en que
intercambiaron cartas todos los días y, hasta, varias en una misma jornada),
Sigmund Freud (1856/1939, padre de la moderna Psicología de lo Inconsciente y
creador del Psicoanálisis) y Carl G. Jung (primero su privilegiado discípulo y
posterior disidente, amplificador de los hallazgos freudianos), se distanciaron
de manera abrupta y desagradable. Mucho se ha escrito y dicho sobre esto. Lo
que no se dice es que ambos eran miembros de la Masonería, y quizás sus
orientaciones dentro de ella también tuvieron su influencia. (7)
Tras poner Freud en marcha la
Asociación Psicoanalítica Internacional, la primera presidencia recayó en Carl
Gustav Jung, masón como él pero de distinta vertiente. El Maestro de Viena
diría años después que esa elección resultó desgraciada. Y efectivamente lo
fue. Pero, según entendemos, no por lo que suele afirmarse desde la historia
del movimiento psicoanalítico, sino porque Sigmund Freud – un claro exponente
de lo que puede llamarse la vertiente masónica racional – encontró en Carl
Gustav Jung a un claro exponente de la vertiente masónica esotérica. Jung – por
ejemplo – no vacila en explicar que las sociedades secretas pueden ser a veces
un adecuado paso intermedio en el camino de la individuación, sobre todo en una
época en que el individuo se encuentra amenazado por el anonimato.
El Maestro de Viena tenía un
sincero y especial interés en colocar al psicoanálisis bajo la protección del
respeto académico como una manera de conseguir su más rápida aceptación. Para
Jung lo que importaba era desarrollar un modelo de trabajo psicoanalítico que,
decididamente, sirviera a quien se sometiera a este método tal como si se
tratara de un proceso iniciático y que, por ende, permitiera alcanzar
resultados ciertamente transformadores. A esto Jung lo denominó “proceso de
individuación”.
La última carta importante que el
sabio suizo escribe a Freud (18/12/1912) incluye un párrafo que ha llamado la
atención de algunos historiadores del psicoanálisis (8). Su esclarecimiento
requiere remitirse al lenguaje masónico.
“… mi estimado profesor, mientras
Ud. transmita este tipo de cosas, no doy un rábano por mis acciones
sintomáticas; ellas desaparecen ante el formidable rayo de luz de mi hermano
Freud.”(9)
“… el formidable rayo de luz de
mi hermano Freud.” Solamente en clave iniciática – y, más todavía, masónica –
puede entenderse en su cabal amplitud lo que ambos “hermanos” se están transmitiendo.
El “rayo de luz” que conduce a la comprensión trascendente. Los “hermanos”
tienen perfecta consciencia de haber recibido “la luz”.
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