Existe una historia relacionada
con la construcción del templo de Salomón
en Jerusalém, el maestro Hiram había contratado solamente a once Albañiles para la construcción del
Templo, luego se presentó un doceavo Albañil y aunque no parecía apto ni confiable,
no pedía salario alguno. Fue admitido por su destreza.
Cada día este compañero realizaba
trabajos difíciles de llevar a cabo. La construcción del Templo dedicado a
Jehová avanzaba y superaba en belleza a todo lo que se podría esperar, esto
gracias a este Albañil. Nadie conocía el nombre de este Albañil de obras ni su
nacionalidad, y lo más sorprendente nunca se presentaba a reclamar su salario -
Cuando se distribuían las tareas al despuntar el Alba, todos se sorprendían, al ver lo que el extraño Albañil había
avanzado en tareas por la noche, con
tanta rapidez como perfección.
Cuando concluían el Sancto
Sanctorum la última y más importante parte del Santo Templo, él pidió poner la
ultima loza, sobre la cual descansaría el Arca de la Alianza, y le fue concedido en razón de las admirables habilidades con la
albañilería, ese día a media noche en punto entró en soledad al Sancto Sanctorum,
colocó la pesada losa en su sitio y nadie lo volvió a ver más.
Se cuenta que esta pesada losa era
fácilmente removible mediante un ingenioso mecanismo, que ocultaría en un
sótano al Arca de la Alianza en caso de peligro. Esto solamente era sabido por
Salomón, el sumo Sacerdote en turno, Hiram y el extraño Albañil. Se cree
también que este Albañil aparecía en la construcción de cada monumento sagrado
y en la construcción de cada Catedral. Les decía que era diestro en la construcción,
que sabía trabajar la piedra dura y la franca, la caliza y el mármol. Y que
alguien como él estaría en la construcción de cada edificio sagrado.
Así es la historia del Extraño Albañil que se
presenta de cuando en cuando, para
ayudar en la construcción de algún
importante Templo.